Hija mía, tendrás que entregarme tu virginidad anal




No se puede negar que este sacerdote es pero que muy listo a la hora de ponerle una penitencia a esta jovencita cachonda. Resulta que los padres llamaron al cura porque habían escuchado a la chica masturbándose en su dormitorio; el sonido del vibrador era inconfundible. El prelado llegó todo preocupado, interesado en conocer a esta feligresa que parecía descarriada; y lo que le contó es que, a sus 20 años, la chica no quería perder la virginidad con su novio, pero que necesitaba aliviar su coño con orgasmos. El sacerdote pensó que quizá demostrándole que el sexo duele, al menos la primera vez, la convencería de permanecer célibe; y menor que la penetración vaginal, probaría follarle el culo, eso aseguraba más dolor.

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