Cariño, ¿no prefieres mis tetas a las doce uvas?




Con esta simple frase mi novia ha conseguido que me olvide de las entradas de cotillón que teníamos para esta noche. Por supuesto, al final me importa una mierda, porque el plan de Nochevieja que me ofrece mi chica es muchísimo mejor. Pienso chuparle esos pezones que ahora se llena de helado hasta dejarlos limpios y duros como piedras. Eso la vuelve loca, y es que mi zorrita rubia es todo fuego y pasión en cuanto le tocan los pechos. A esas alturas, su coño ya habrá mojado las braguitas y estarán empapadas. Así que pienso celebrar las campañadas a ritmo de embestidas, esperando no correrme en su chocho antes de que suene la última.

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