Así fue el día en que conocí a mi hermanastra




Era un día como cualquier otro, o al menos eso pensé, porque la verdad es que la idea de conocer a mi futura nueva hermanastra no me hacía especial ilusión. De hecho, mi padre me había tenido que obligar al encuentro, me parecía una pesadez; y encontrar a la chica en mi apartamento, donde la habían llevado, fue toda una encerrona. Pero la jovencita era simpática, y muy guapa, la verdad; una chica pelirroja de aspecto delicado, pero con una cara de viciosa importante. ¿De verdad me estaba mirando como si quisiera que la follara? Pues para comprobarlo le dije que me enseñara sus tetitas; y ya tenía los pezones tiesos y duros, cachonda perdida. Vamos, que no iba a dejar que mi nueva hermana postiza saliera de allí sin echarle un polvo.

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